"KIKE" CONEJO, UN REFERENTE DE SALTILLO

"KIKE" CONEJO, UN REFERENTE DE SALTILLO

   Saltillo, Coahuila, a 19 de julio de 2025 | Saraperos Comunicación

Carlos Montoya, originario de Guasave, Sinaloa, ha sido por más de dos décadas el corazón que da vida a “Kike Conejo”, la emblemática mascota de los Saraperos de Saltillo. Desde su llegada al club en 1999, Montoya se convirtió en una figura clave del entretenimiento en el estadio Francisco I. Madero, transformando al simpático conejo en un ícono no solo en Saltillo, sino en toda la Liga Mexicana de Beisbol (LMB).

Durante la cena de gala del Juego de Estrellas del Centenario de la LMB en la Ciudad de México, Carlos fue reconocido como uno de los personajes más longevos del circuito en personificar una mascota, una distinción que lo llena de orgullo y gratitud.

"Me siento agradecido con la directiva de los Saraperos de Saltillo y con la Liga Mexicana de Beisbol por reconocer nuestro trabajo. Las mascotas desarrollamos un espectáculo sano, familiar y entretenido", compartió Montoya.

A lo largo de estas 27 temporadas, “Kike Conejo” ha crecido junto a generaciones enteras de saltillenses. Muchos de los niños que lo conocieron en los primeros años ahora son padres y llevan a sus hijos al estadio para revivir esa misma magia.

"Eso para mí significa mucho. Es una muestra de que algo estamos haciendo bien", expresó con emoción.

Montoya también destacó la importancia del papel que juegan las mascotas dentro del espectáculo del beisbol profesional:

"Si bien es cierto que los jugadores son las estrellas, nosotros contribuimos con un granito de arena para hacer más completa la experiencia de los aficionados, sobre todo de los niños que serán los futuros fanáticos del beisbol."

Esta tarde, en el marco del segundo juego de la serie en el estadio Francisco I. Madero, Kike Conejo festejará con toda la afición que se dé cita en el estadio, un año más de ser la mascota de los Saraperos de Saltillo.

Con carisma, dedicación y pasión, Carlos Montoya ha logrado que “Kike Conejo” trascienda el diamante y se convierta en un símbolo de identidad para la afición del sarape. Su legado está vivo en cada sonrisa, en cada aplauso, y en cada recuerdo compartido desde las gradas.